miércoles, 9 de abril de 2014

PLUTARCO ELIAS CALLES 1924-1928


PROYECTO EDUCATIVO DEL GOBIERNO PLUTARCO ELIAS CALLES  1924-1928
Entre 1924 y 1928 el presidente Plutarco Elías Calles asumió la continuidad de los objetivos esenciales planteados en las anteriores administraciones de Venustiano Carranza, Adolfo de la Huerta y Álvaro Obregón. Es decir, pacificación del país y búsqueda del control del grupo revolucionario; Calles además inició la rectoría económica del Estado y la construcción de un nuevo sistema de prácticas de dominación estatal. Entre éstas, destacan el principio de la institucionalización: las instituciones cobran importancia para la estabilidad y permanencia de un régimen de gobierno y el incremento de una burocracia cada vez más controlada por el poder ejecutivo. Al inicio del régimen callista los problemas económicos a los que se enfrentaba México eran serios: una inmensa deuda pública interna y externa, el sistema bancario se había derrumbado totalmente, el papel moneda por lo general no era aceptado, y el crédito externo continuaba cerrado para el gobierno. Calles se encontró ante la necesidad de reconstruir al país y se propuso instaurar un capitalismo moderno en donde el Estado fuera el principal empresario.
POLITICA EDUCATIVA
Durante los años 1924 a 1928, periodo del gobierno de Plutarco Elías Calles, la educación jugó un papel prioritario como instrumento de unificación y de consolidación de la ideología del Estado. El proyecto oficial educativo tuvo como objetivo, más que instruir al pueblo, enseñarlo a trabajar —a ganarse la vida— e inculcarle el nacionalismo oficial. En el discurso estatal se insistió en la necesidad de que el aprendizaje fuera práctico y productivo a la vez. De ahí que se apoyaran especialmente los programas de educación técnica, proletaria y urbana.
En la Secretaría de Educación Pública, el ministerio lo ocuparon José Manuel Puig Casauranc (de diciembre 1924 a agosto 1928) y Moisés Sáenz  (de agosto a noviembre de 1928). Puig Casauranc creía en la educación como instrumento de unificación. Es decir que se pretendía crear una base cultural e ideológica que igualara a los mexicanos y que los encauzara al desarrollo nacional. Moisés Sáenz impulsó fervientemente un sentido práctico y productivo a la educación. En su opinión, todos los mexicanos debían ser "agentes de producción" en beneficio de la colectividad. Así, bajo los principios de productividad y unidad, la SEP promovió en este periodo, las escuelas rurales, los talleres técnicos e industriales y las misiones culturales
ESCUELAS RURALES
Las escuelas rurales fueron el eje de la integración nacional: a través de ellas se buscó incorporar a los indígenas al mundo "civilizado": al castellanizarlos se quiso modernizar sus formas de vida comunitarias e inculcar nuevos patrones culturales.
Se propuso poner en manos de la población rural, según palabras del propio Presidente Calles, "las armas del progreso y de la civilización". La vía imprescindible para conducir a la colectividad a una "vida civilizada" fue la educación y el personaje central para lograr este proyecto socializador fue el maestro. "Démosle educación [a los indios] —afirmaba el presidente Calles— y elevémoslos a la dignidad de hombres". La meta del proyecto educativo en el campo era, según Moisés Sáenz, el subsecretario de educación:
Integrar a México por medio de la Escuela Rural. Esto es, enseñar a la gente de las montañas y de los valles apartados, a los millones de gentes que son de México, pero que todavía no son mexicanos, enseñarles el amor a México y la significación de México
Talleres técnicos e industriales
 Los talleres técnicos e industriales que funcionaron en las áreas urbanas integraron bajo una misma práctica las esferas del arte o artesanía y del trabajo. Se promovió la capacitación manual y la integración de la sensibilidad del obrero y del niño (en los talleres infantiles) a un oficio para que con el tiempo el trabajador  fuera capaz de crear sus propios prototipos sin influencias externas. Además, la rutina muchas veces mecánica y enajenante del obrero se vería enriquecida con su propia creatividad. Con los talleres se cumplía el doble propósito de liberar la   fuerza creadora que se decía que tenían todos los mexicanos y de incorporarla al desarrollo económico. Las escuelas de arte que funcionaron como talleres fueron: Escuelas Nocturnas de Arte para Trabajadores, la Escuela Libre de Escultura y Talla Directa (en donde se adquiría formación de cantero, herrero y tallista) y los Centros Populares de Pintura.     
Como ejemplo de esta convicción sirve este informe del Departamento de Bellas Artes, aparecido en diciembre de 1925 en el Boletín de la Secretaría de Educación Pública
La Sección fija todo su interés y dedica todas sus actividades para conseguir, por medio del dibujo, el amor a lo bello y por la depuración espiritual de los que saben sentirlo, al mismo tiempo que el amor al trabajo, el respeto al taller, y las posibilidades de independencia por medio de la industria, haciendo que la clase de trabajos manuales tenga toda la apariencia de la fructífera labor que se desarrolla en una fábrica.
El Estado, consecuente con el reconocimiento de la clase obrera como su "aliada", se preocupó por desarrollar una cultura proletaria (en esta época  surgieron manifestaciones tales como: la "danza de los barrenderos" o la "danza al trabajo") y promovió y procuró el éxito de las escuelas técnicas e industriales ya mencionadas.
MISIONES CULTURALES
Por otro lado las misiones culturales, reinstauradas en 1927, continuaron con mayor impulso que en el período anterior, del presidente Álvaro Obregón, atendiendo el desarrollo comunitario. Los maestros misioneros capacitaban a maestros locales en cuestiones de economía local pero también en música, canto, teatro y artes plásticas. Algunos misioneros del gremio artístico fueron: Leopoldo Méndez, Pablo O'Higgins, Fernando Gamboa, Ramón Alva de la Canal, Ángel Bracho, Francisco Dosamantes y Alfredo Zalce. Los "espectáculos" que se montaban en las comunidades formaron parte del proyecto educativo callista, pues éstos fomentaban la cohesión comunitaria y nacional al entonar piezas donde se reforzaba el castellano, se aludía a la historia nacional o se promovían conductas cívicas
LAS BELLAS ARTES
Las artes plásticas, agrupadas dentro del departamento de Bellas Artes dirigido por Rafael Pérez Taylor, siguieron dependiendo de la Secretaría de Educación pero su anterior campo de acción se redujo considerablemente, así como su presupuesto y personal asignados. Varias dependencias, como la Escuela Nacional de Bellas Artes y el Conservatorio, pasaron a ser parte de la Universidad. La expresión artística per se no fue un renglón que el gobierno atendiera especialmente. El desarrollo del muralismo se frenó notablemente en este periodo. El único proyecto de artes plásticas del estado callista fue el movimiento de Escuelas de Pintura al Aire Libre que servía al régimen, sobre todo a nivel internacional, pues mostraba la creatividad de la "raza mexicana" y el potencial artístico de su infancia. Asimismo, se fomentó la artesanía regional. En esta época se puso de moda lo que ha sido llamado como mexicanismo turístico, es decir la creación de expresiones de "lo mexicano" puestas al servicio del mercado turístico, sobre todo norteamericano. En su Autobiografía, el pintor José Clemente Orozco recuerda
[...] fue cuando empezó a inundarse México de petates, ollas, huaraches, danzantes de Chalma, sarapes, rebozos y se inicia la exportación en gran escala de todo esto. Comenzaba el auge turístico de Cuernavaca y Taxco.
Durante el período callista los intelectuales y artistas tuvieron pocas alternativas en su práctica profesional: o renunciaban a sus aspiraciones de hacer arte público y así mantenían sus cargos como funcionarios de la burocracia gubernamental; o desarrollaban su actividad artística valiéndose de sus propios medios, sin ningún apoyo ni reconocimiento del Estado, e incluso obligados a exilios personales. Por ejemplo, José Clemente Orozco partió a Estados Unidos en 1927 alegando que encontraba el ambiente artístico en México "poco propicio"; Jean Charlot trabajó en Chichén Itzá de 1926 a 1929 y David Alfaro Siqueiros residió en Guadalajara bajo la protección del gobernador José Guadalupe Zuno, obregonista y anticallista, hasta 1928, cuando viajó a Rusia y Rufino Tamayo partió a Nueva York en 1926
Para la pragmática ideología callista el intelectual y el artista debían tener un ideal de servicio en consonancia con los intereses estatales. En esta época, el campo de acción de los artistas estuvo restringido en comparación con el gobierno anterior, con excepción de Diego Rivera, quien siguió pintando murales. En general, el artista e intelectual como educador político y polemista en lo social y lo estético fue marginado y sólo pudo manifestarse desde posturas de oposición al régimen. La burocratización de la cultura, que tuvo el empeño de "unificar" y adoctrinar, obstaculizó (aunque no anuló) las posibilidades del cambio innovador y la comunidad cultural resintió esta situación
BIBLIOGRAFIA
Díaz Arciniega, Víctor: Querella por la cultura "revolucionaria" (1925),  México, Fondo de Cultura Económica, 1989, (Vida y pensamiento de    México).
Orozco, José Clemente: Autobiografía, México, ERA, 1991
Ortiz Gaytán, Julieta: Políticas culturales del estado en el México contemporáneo (1921 - 1940), Tesis de licenciatura en Historia, UNAM Facultad de Filosofía y Letras, 1983.



2 comentarios:

  1. HOLA ME ES MUY INTERESANTE TU BLOG, ME PUEDES AYUDAR
    QUIERO TOMAR COMO CITA TU BLOG Y NOSE COMO CITARLO EN UN DOCUMENTO

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  2. Fue un placer leer toda la información, busqué esta información en demasiadas páginas de Internet sin éxito, en este sitio me maravillé en leer y encontrar datos que necesito para una cátedra de la asignatura de Temas Selectos de la Pedagogía II.
    Felicidades por tomarse el tiempo y la molestia de hacer para todos los que nos interesamos en los trabajos o proyectos desarrollados por los Secretarios de Educación en México. Mi agradecimiento y respeto.

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